Era temprano, las 7:35 am, su condición de jefe en turno, no le brindaba tanto espacio para distraerse, pero la noche anterior había sido diferente, salió temprano de la oficina, y rumbo a su casa decidió llamar a sherlyn, hacía mucho que no sabía de ella, sin saber el porqué llegó a su mente y sin dudarlo le llamó.
-- Sherlyn?
-- Si, - desconcertada dijo-¿ quién habla?
-- Javier, ¿como has estado? ha pasado mucho tiempo, ¿puedo verte?
-- Ja, mira que si ha pasado el tiempo -exclamó- claro!, si quieres vamos a
cenar
esta noche, ¿te parece?
-- por supuesto!!, que te parece si paso por ti a las 8, y decidimos a dónde ir,
¿como vez?
-- perfecto, entonces te espero a las 8, chao.
Inmediatamente, Javier sonrió, se alegró de encontrar a Sherlyn y que ésta hubiese aceptado salir con el, había tanto que platicar, que intentó ordenar sus pensamientos, que si empezaba por contarle sus aventuras en la universidad, o empezar por el trabajo, sus logros, sus deseos, inquietudes, su mente era una licuadora en plena acción. Su pecho se aceleraba insólitamente, y es que no tenía idea de como era en la actualidad, después de casi 12 años sin verle, que tanto habrá cambiado.
Al llegar a su casa, hizo lo cotidiano, se bañó, terminó de arreglar su departamento y empezó a buscar la ropa que llevaría, ansioso esperaba el momento de salir. Su emoción era tan grande, que incluso salió una hora antes de su departamento.
Por llegar a casa de Sherlyn, detuvo su auto y bajó en una plaza, no quería mostrar equivocadamente su emoción y sentado en una banca se limitó a esperar. Alrededor de las 7:10 pasó Bárbara, una vagabunda de la plaza, se acercó a él y le pidio una limosna, Él mirándole fijamente a los ojos, le entrego un dinero, lo que traia de cambio en ese momento. Ella sonriendo le agradeció.
Bárbara, era muy observadora y no pasó por alto la emoción que el traia, se regresó frente a el y entonces le pidió fuego para encender el cigarrillo.
-- Me da fuego joven
-- Por supuesto, - contestó él -
-- Dígame, ¿tiene usted alguna cita?
-- Sí, sólo estoy haciendo tiempo para llegar a ella.
-- Hace mucho tiempo - exclamó ella - que no sé de esas cosas, pero siempre
he tenido la ilusión de volver a sentirlo, ¿Usted cree, que sea posible?
-- Si usted lo desea - contestó confundido - todo puede suceder, solo es
cuestión que llegue la persona indicada
-- Y para usted, ¿Su cita es la indicada?
-- No lo sé - contestó - es una amiga, a la cual no veo desde hace ya algunos
años y me siento emocionado porque pensé que no se acordaba más de mí,
y hoy que le hablé me di cuenta de que estaba equivocado, de hecho aun
estoy ordenando mis diálogos porque no se por donde empezar.
-- Vaya que si estas emocionado - le contestó ella sonriendo -
-- Y usted - preguntó el - ¿Que me dice de la cita que aún espera?
-- Pues hace algunos años, me topé un hombre, pareciera que había
encontrado mí príncipe azul, soñador, elegante, sincero, de buen carácter,
detalles que a mi gusto el cumplía, salimos algún tiempo, pero de repente
todo cambió, por su trabajo tuvo que irse a España, prometiendo que pronto
regresaría.
-- Y que pasó después - intrigado preguntó -
-- Poco tiempo después, tuve noticias de Él, me envió una carta diciendo que no
desesperara, que vendría pronto a visitarme y que no olvidara los momentos
que juntos pasamos, y así llegó otra carta, despues otra, y otra...
-- --en un intento de consolarle le dijo-- Vamos, mire que todo sacrificio tiene su
recompensa, verá que pronto regresará y su vida cambiará
-- Si, de eso estoy segura - firme contestó - por eso me alegró tanto ver la forma
en que usted espera su cita.
-- Bueno - preguntó el - ¿Y como se llama usted? mi nombre es Javier
-- Bárbara, es un gusto haber platicado con usted Javier, gracias por el cigarro
y por escucharme
-- No tiene qué agradecer, fué un gusto charlar con usted.
Javier no había entendido el porque de esa conversación, nunca antes lo había hecho y sin embargo se sentía muy bien. Al llegar frente a casa de Sherlyn, notó que toda la inquietud que le abrumaba había desaparecido como arte de magia, ahora podía tocar el timbre sin ninguna prisa.
-- Hola, ¿se encuentra Sherlyn? soy Javier y quedamos en vernos a esta hora.
-- Claro, ya viene contigo - le contestó Lucía, hermana de Sherlyn -
Al decir esto, por la puerta aparece Sherlyn, con una sonrisa y un abrazo se avienta hacia Javier, mostrando la emoción que le causaba verle de nuevo, después de tantos años, había tanto que platicar que no hallaban por dónde empezar, de forma inconciente caminaron y caminaron, hasta llegar a la plaza donde Javier había esperado.
-- Que cosas, - dijo él - Mira cómo has cambiado, estas bellísima, eres toda una
mujer, no dejo de estar sorprendido.
-- Gracias - exclamó ella - tu no te quedas atrás, y te diré que el tiempo no pasa
en vano, ya el próximo mes cumplo 29 años y soy feliz de haber tenido
noticias de ti, 12 años tuvieron que pasar para volver a verte.
El tiempo como siempre cruel, corría tan aprisa, ambos hubiesen querido detenerle, pero éste no estaba dispuesto siquiera a ponerlo en tela de juicio. Al cabo de unas horas, no recordaban la cena y ella tenía que irse, no sin la promesa de reencontrarse en ocasiones futuras.
-- Tengo que irme - dijo ella - ya es un poco tarde y debo descansar
-- Claro, entiendo - exclamó él - volveremos a vernos?
-- Por supuesto, más pronto de lo que imaginas
-- Bueno, entonces nos vemos pronto.
¿Era realmenta ella? Sentía que algo pasaba, y se preguntababa si realmente todo estaba bien, no se atrevió a decirlo por no incomodarla, pero algo en su interior le decía que debía hacerlo, que hoy mas que en todos esos años le necesitaba. Sentía la necesidad imperante de protegerla ¿Pero de qué? si ni siquiera se había atrevido. Mañana le llamaré se dijo.
La noche precisaba tantas sombras, bailando suavemente por los alrededores, cómo si una obra teatral observara y el sueño fútil ni siquiera se asomaba, sabía que no estaba invitado. Las horas serenas danzaban una tras otra hasta llegar la madrugada, misma que con voz fuerte le anunciaba la pronta llegada del alba.
Javier extasiado con el encuentro de Sherlyn y la conversación con Bárbara, decidió volver, sin embargo Bárbara ese día no acudió, quién sabe en que estaba pensando, se dijo Javier, como creí encontrar tan temprano a una mujer que ni de mi se ha de acordar. Volvió a casa y se dispuso a cambiar para ir a su oficina a laborar.
Los siguientes días no fueron tan agradables para Javier, su trabajo estaba en riesgo y su tiempo debía entregar. Al cabo de unos meses todo parecía normal
de regreso a casa, mientras manejaba, notó que había olvidado su teléfono en la oficina, a toda prisa tomó el primer retorno y aceleró, esperando encontrar abierta la oficina. En su prisa, el semáforo rebasó, volteó para ver si algún oficial le seguía y vió que no, al mirar de frente, una mujer gritó, perdiendo el control y como pudo frenó.
Al bajar de su coche, a una mujer en el piso encontró y bañado en sudor pensó lo peor, se acercó para ayudarle y con sorpresa grande su nombre gritó, -
-- Bárbara!!! Bárbara!!! que te hecho mujer - angustioso exclamó -
-- Hola Javier, me has devuelto la vida - susurró -
-- Que cosas dices mujer, solo te lastimé... Una ambulancia!!! Alguien llame una
ambulancia por favor!!! - gritaba con dolor -
-- Javier, no te preocupes, ¿recuerdas la cita que tanto esperé? hoy por fín la
voy a tener, en la última carta que recibí, el venía a mi, pero un accidente en
el avión lo impidió, ahora por fín puedo verme con él, gracias Javier, gracias!!!
Angustiosos momentos Javier vivió, ante el dolor de arrebatar una vida que nunca planeó, jamás pensó que esto sucediera y casi loco se volvió, buscaba ayuda pero no la encontró, aumentando así su dolor. Después del accidente no volvió a ser el mismo.
Lo que hizo ese día, fue algo estúpido y que lamentablemente terminó en tragedia, no volvería a conducir de esa manera, ni siquiera su vida, pues esto algo grande le había enseñado. Al paso de los meses, intentó nuevamente reunirse con Sherlyn, aquella amiga de antaño, a quién tanto olvido le ha dado, llamó a su teléfono, con la esperanza de encontrarla pronta y dispuesta a verle también.
-- Hola, ¿Sherlyn?
-- ¿Quién habla? - contestó -
-- Soy Javier, necesito hablar contigo, ¿crees que pueda verte? - preguntó -
-- Hoy no puedo Javier - respondió ella - que te parece si mañana comemos
-- Por supuesto ¿paso por ti? ¿a que hora?
-- A las 3, ¿puedes?
-- Claro, ahí estaré
No podía creerlo, nuevamente se reencontraría con su amiga, retornando esa emoción, y no era para menos, habían pasado ya algunos meses de esa promesa de volver a verse.
Ese día transcurrió lento, agobiante, pues no esperaba otra cosa que no fuera la hora de verla nuevamente, con nuevas cosas que contarle, sobre todo la tragedia de Bárbara, que tanto dolor le causó.
El alba de un día nuevo llegó y con ella la espera de comer con Sherlyn, esa pregunta que se quedó, esperaría ser resuelta, no era para menos, ese sabor que dejó tangible al tono de su voz. ¿Que sería? ¿Que le sucedió? respuestas que pronto llegarían se susurró.
Eran las 2.30, y pronto Javier tomó su auto y a su casa se dirigió.
-- ¿Se encuentra sherlyn? - preguntó -
-- No está, se encuentra en el hospital - contestó lucía -
-- ¿Que le pasó?
-- Enfermó - contestó -
-- ¿Es grave?
-- Algo así - reafirmó -
Inmediatamente tomó su auto y partió al hospital, no podía creer lo que pasaba, de que habrá enfermado, se preguntaba una y otra vez. Al llegar hacia ella se dirigió y con profundo dolor se enteró del poco tiempo que le quedaba, impotente sollozó, entre lágrimas a Bárbara recordó, cuánto dolor sintió, cuanta tristeza le dejó, pareciera que la vida se ensañase con Javier, quién sólo quería platicar, necesitaba platicar.
Al acercarse, arrastró una silla de esas que habitan en el hospital, no logró sentarse, Sherlyn había entrado en coma, Seguramente eso cambió totalmente a Javier, abandonado ante tal acontecimiento. Aún así, empezó a platicarle, sus palabras denotaban tristeza, angustia ante lo que le sucedía a Sherlyn, el mal desconocido que le diagnosticaron no daba esperanzas y solo pensaba en todo el tiempo que perdió.
-- Sherlyn, heme aqui que no encuentro consuelo, viví con la esperanza de encontrarte y poder platicar de tantas cosas que me agobian, de mi trabajo que tanto me encierra, de la amargura que día con día se forma un ágil oponente a vencer, me gustaría retroceder el tiempo y poder dedicarlo a ti, a mi, a todas esas cosas que junto hubiesemos pasado, sé que serían buenas, sensaciones mágicas que tanto me hubieran alegrado, porque perdí el tiempo y deje que este avanzara, sin darme cuenta de lo que tanto perdía.
-- Platicarte del encuentro que tuve con Bárbara, esa mujer indigente a quién traté solo una vez y que tanto me enseñó el dia que la maté, si supieras que hoy me siento como ella, en espera de esa cita que tanto me ilusiona, y que por fin hoy ella consiguió, sólo con la muerte, que yo estúpidamente le dí, aún recuerdo sus palabras, llenas de tanto agradecimiento al dejarle partir a su encuentro, cuánta ilusión puede existir ante el encuentro de una cita, trémulos siempre hemos de asistir, por no saber qué más no puede ofrecer.
-- Enterarte que con la misma ilusión acudía a nuestra cita el día de hoy, vaya que la vida es cruel, es cómo si me estuviese castigando ante mi fatal acción con Bárbara, qué aún cuando fue una imprudencia, no deja de lastimarme, siento su presencia a cada paso que doy, mírate, estas allí, recostada sin poder escucharme y yo pareciendo un loco gritando al viento lo que la vida se lleva, si tan sólo pudiera regresar el tiempo, no todo, sólo unos días atrás y cumplir esa promesa de ir a cenar.
Cuando algo despierta nuestro interior y descubres las sombras que habitan en el, encontramos los demonios, ágiles oponentes al acecho haciendo uso de sus habilidades, y buscamos rápidamente la manera de eliminarlos, de quitarles las garantías que gozan para entonces tomar nosotros el control. Los hechos sucedidos a Javier, le dieron el entendimiento necesario para desalojar de su interior todos esos demonios que habitaban y que tanto dolor le provocaron. Es sorprendente ver como ante el dolor de lo que perdemos, logramos valorarle.
-- Te cuento Sherlyn, que hoy entiendo, que hace tiempo me enamoré de tí, pero mis metas en la vida no me dejaron decírtelo, hoy quiero abrazarte y darte vida, darte calor para que despiertes y seas como ayer, alegre, carismática, llena de vida, esa mujer de la que hace 12 años me enamoré y que por tonto estoy a punto de perder.
Javier no daba crédito de todo cuánto sentía en esos momentos, paseaba por el cuarto de Sherlyn sin notar que había despertado desde hacía unos minutos, es cierto, su coma no fue tan largo, pero preguntemosle a Javier si así lo sintió. Ella despertó desorientada, no entendía lo que le pasaba, escuchaba a Javier hablar y prefirió dejarle hablar, notó la angustia en su amigo y lo dejó desahogar. Poco a poco recuperó la conciencia, quiso hablar, pero Javier continuó su plática.
-- Tenías razón Sherlyn, si el tiempo se pudiese medir en los confines de una eternidad, si fuera algo más que una ilusión atrapada, aseguraría que todo este tiempo estuve contigo. A mi lo que hoy me atrapa es tu silencio, ese universo mudo donde estás ahora, ese horizonte que delimita nuestras almas sin conceder siquiera un instante, tengo miedo, que al echar la vista atrás me tope con sólo el recuerdo de aquel día en el parque, no debería pensarlo así tan aprisa, me sentará mal, pero entonces como encontraré la forma de llenar este vacío que hoy siento, no lo comprendo. Lo único que entiendo es que debo tener calma y esperar afuera, alguién de tu familia desearía entrar a estar contigo también.
Ella seguía absorta ante tales confesiones, porque nunca pensó que Javier también la quisiese como Ella a Él, pero si lo dejaba salir todo se acababa y Ella lo sabía.
A unos pasos de la puerta, Javier se detuvo al escuchar.
-- Dijiste que me querías - ella lloraba - hoy me desnudo ante tí y te digo que desde hace 12 años, cuando ví aquel joven lleno de ilusiones y metas que cumpir, pude ver toda tu gracia, y precisamente ahí me enamoré de ti. Hoy entiendo que tengo tanto porque vivir y tanto que darte, te confieso que tu perfume me hizo flotar en el aire, cosa que jamás experimenté, y desde entonces viví con la ilusión de escuchar lo que ahora sé. Es cierto la vida es injusta, pero le agradezco amarte como te amé.
Después de decir esto, Sherlyn falleció, Javier no lo soportó, recordando a Bárbara, la indigente, mejor se suicidó.
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